La familia del gran señor, el gran pacificador, el salvador de la patria, realiza una travesía en yate por alta mar en compañía de sus más cercanos émulos y de su parentela. Un viaje donde El gran señor anciano decrépito postrado en silla de ruedas, adaptada como un hospital rodante se repone de una crónica enfermedad. Hasta el yate llegan las noticias del país en franca crisis de gobernabilidad. Allí en ese premonitorio viaje que anuncia la hecatombe, al agudizarse el estado de salud del viejo se desata la pugna por el poder, lo que activa los mecanismos demagógicos que instrumenta la ‘democracia’ y sus diversas formas de manipulación.
Finalmente, viene el desenlace apocalíptico donde la muerte y el caos reinan, el anciano pelea con la muerte y recrea como en una pesadilla escenas orgiásticas en un clima lúgubre de lobos que aúllan, de explosiones lejanas e intermitentes, de tormentas endemoniadas mientras la familia y sus émulos se aniquilan en sus conflictos mezquinos.